EXPERIENCIA EN EL SECTOR

Somos un equipo de profesionales en el sector del Merchandising (Regalo Promocional o Reclamo Publicitario – como se llamaba allá por los 70 y 80) que hemos experimentado todos los cambios que han ido materializándose en la Publicidad a través del Objeto (PTO) en las últimas décadas.

Quedan lejos aquellos inicios, donde los “reclamistas” eran auténticos vendedores ambulantes cargando su maletita – cada vez más pesada – con las cuatro muestras que presentar a sus posibles clientes.


En aquella época no sólo había que vender el producto (básicamente se contaban con los dedos de las manos… encendedores, ceniceros, bolígrafos, calendarios… y algún pisapapeles o trofeo para el escritorio que diera un poco de status al gerente de la empresa) sino que había que vender la propia idea del “Reclamo”. Explicar qué era, para qué servía y qué beneficios podría aportar a su empresa. Difícil tarea como podrán imaginar.
La tarea del comercial se hacía cada vez más importante y la forma de “mimarlos” más aún si cabe. La profesionalización del sector fue una tarea decisiva sobre todo en los 80 y principios de los 90. Existían unas pocas empresas “fabricantes” y algunas más “reclamistas” (o distribuidoras).

En los 90 apareció “China”. La importación de productos de bajo coste (y de escasa calidad al inicio) fue toda una explosión de posibilidades en el sector. Las multitudinarias opciones de productos, de todos los tipos, materiales, formatos y calidades – especial mención a la fiebre textil que revolucionó y hundió al aún potente sector textil catalán, importándose cantidades ingentes de camisetas y gorras – sirvió para incentivar más el concepto de Merchandising entre las empresas y negocios. Ya no sólo se compraba publi para Navidad o por el aniversario de la empresa, sino que los MOTIVOS para el consumo de PTO se multiplicaban exponencialmente. Material corporativo para la empresa, regalos de fin de campaña (verano, navidad), detalles para clientes importantes, regalos masivos (económicos) para la atracción de nuevo cliente, REGALOS por objetivos de VENTA CUMPLIDA (para comerciales), y regalos como OBJETIVOS de COMPRA REALIZADA (para clientes), etc.

Paralelamente a esto, los diferentes conceptos de IMPRESIÓN PUBLICITARIA, fueron ganando profesionalidad, importancia y diferenciación, siendo tan importantes en la elección (incluso) del propio producto. De la impresión en tintas planas de toda la vida (Serigrafía, Tampografía…) se fue pasando a la impresión DIGITAL (a todo color) o SUBLIMACIÓN (según el tipo de material); la impresión en cuatricromía (previamente) y digital (después) en todo tipo de GRÁFICOS y CALENDARIOS; la impresión en LÁSER, TERMOGRABADO, etc. Estas diferentes modalidades de impresión del logo/imagen/slogan… podían dar tanta personalidad y calidad al producto acabado, que elegir ese producto en función de su impresión podía ser clave en el ÉXITO DEL REGALO en manos del cliente.

A finales de los 90 y con la implantación de internet, todo empieza a cambiar. Ya en pleno siglo XXI y con unas redes ya consolidadas hemos conseguido mejorar unos aspectos (servicio, facilidad y rapidez en visualizar concepto, ideas y decisiones) y como en todo sector, empeorar otros: gente espabilada que ve una grieta en el inicio de internet para intentar venderse y lucrarse de una forma poco profesional, rápida y engañosa. Una simple web con enlaces a productos “x” y con unos precios de derribo. Afortunadamente son piedrecillas en el camino que no evitan poder satisfacer el servicio de profesionales que nuestros clientes se merecen.

¿Qué nos queda a los que nos hemos desarrollado como profesionales en el sector durante tantos años? Estar atentos a todos los cambios que se avecinan – que son constantes – e intentar dar a nuestros clientes ese plus de confianza, profesionalidad (cumplimiento de objetivos acordados con el cliente) y lo más importante: El beneficio de toda la “cadena”: (Nosotros, Vds., su cliente).

O explicado en otros términos: Que nuestro cliente quede TAN CONTENTO con el producto acabado que sea su propio cliente quién le transmita:

“Oye, muchas gracias por este detallazo. ¡Qué bonito ha quedado vuestro logo! Además voy a utilizarlo constantemente porque llevaba tiempo pensando que me hacía falta…”

Objetivo cumplido. Publicidad objetiva.